Enrique Vila-Matas, escritor: “Viví en una dictadura hasta los 27 años. Este mundo cada vez se parece más a todo aquello.”

Enrique Vila-Matas, escritor: “Viví en una dictadura hasta los 27 años. Este mundo cada vez se parece más a todo aquello.”

Enrique Vila-Matas, que creció bajo el franquismo y publicó contra corriente, mira el presente y frunce el ceño. Dice que el mundo empieza a parecerse a lo que ya vivió: miedo difuso, vigilancia sutil, pensamiento que se estrecha. No habla de nostalgias, habla de señales. ¿Y si esa semejanza no llegara con botas, sino con notificaciones?

Vila-Matas llegó con paso tranquilo, sombrero bajo, como si aún midiera la distancia entre la calle y la página. Pidió un cortado, miró alrededor, y soltó la frase sin adornos: había vivido en una dictadura hasta los 27 años, y el mundo, hoy, empezaba a parecerse. Nadie levantó la voz. Un par de móviles vibraron en la mesa de al lado. Era una escena normal, y por eso mismo daba más frío. La ciudad parecía contener el aliento. Él se quedó un segundo en silencio. Y volvió a hablar.

Ecos del pasado en la pantalla del presente

La memoria no hace ruido, pero empuja. Cuando Vila-Matas recuerda las consignas de su juventud y mira el murmullo de las redes, encuentra rimas. No son iguales, claro, pero riman: la uniformidad amable, el miedo a disentir en público, el aplauso que se espera de ti. En la mesa contigua, una pareja discutía por un tuit borrado. La escena era doméstica. El tema, político. El miedo nunca se fue; solo aprendió nuevos disfraces.

En una firma de libros, un chico de veintipocos le preguntó si la “cancelación” era el nuevo silencio. Vila-Matas sonrió y habló de tiempos largos: tres décadas y media de franquismo moldean una sensibilidad, tal como hoy la moldea el scroll infinito. Más de ocho de cada diez españoles usan redes a diario, según informes públicos, y buena parte de la conversación se decide por tendencias. El chico asintió, pero miró el móvil. Las colas de firmas tienen algo de confesionario y algo de sala de espera. Lo urgente llama. Lo importante susurra.

Lo que señala el escritor no es una equivalencia, sino un patrón. La coerción de antes era frontal; la de ahora, porosa. Se infiltra por incentivos, por el miedo a quedar fuera, por el cansancio que te empuja a aceptar sin preguntar. Una dictadura ordenaba el silencio; hoy es la sobreabundancia la que tapa voces. Cambia el método, persiste el efecto: menos matices, más consignas. Al final, el ciudadano aprende la misma coreografía: moverse donde puntúa, callar donde quema.

Pequeñas prácticas para no apagar la luciérnaga

Vila-Matas siempre defendió el arte de mirar raro. Una manera de aplicarlo: el método del cuaderno breve. Dos páginas al día, ideas sueltas, una cita, una contradicción vista en la calle. Nada solemne. Ese gesto, repetido, afina el radar y baja el volumen del ruido. Leer lento ayuda: un capítulo en papel, sin pantallas, lápiz al margen. También salir a caminar sin auriculares. La mente, cuando respira, encuentra conexiones que el algoritmo no te enseñará jamás.

Hay trucos que funcionan con gente normal, con días normales. Antes de compartir, cuarenta segundos de pausa y una pregunta: ¿esto me haría mejor si lo leyera dentro de un mes? Si no, pasa. No discutas cuando estás cansado. Recorta la dieta de opinión a tres fuentes que piensen distinto entre sí. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Tener piedad con uno mismo también es resistencia. El cansancio es el mejor aliado del conformismo.

Muchos imaginan la censura como golpe seco. La versión actual se parece más a una niebla que reduce el horizonte y te convence de que no hay más camino. El antídoto es humilde: cultivar dudas, aceptar el matiz, sostener conversaciones lentas. No vende, pero cura. En eso la literatura es escuela: abre pasillos donde solo veías puertas cerradas. El escritor, desde el borde de la mesa, lo dijo sin épica y sin rabia, como si describiera el tiempo que hace.

“Viví en una dictadura hasta los 27 años. Este mundo cada vez se parece más a todo aquello.” — Enrique Vila-Matas

  • Señales suaves: miedo a opinar en voz alta, chistes que ya no se cuentan, temas “peligrosos”.
  • Trampas digitales: confundir tendencia con verdad, confundir ruido con mayoría.
  • Hábitos protectores: leer largo, conversar despacio, tomar notas propias.
  • Gestos de higiene: días sin notificaciones, listas de “no compartir”.
  • Prueba de realidad: hablar con alguien que no piensa como tú, sin intentar ganar.

Lo que nos pide la literatura

Hay frases que quedan zumbando mucho después del café. Todos hemos vivido ese momento en que una alerta te arranca de un pensamiento y te deja un poco más plano. La literatura sirve para el movimiento contrario: te devuelve relieve, te da aire. No cambia gobiernos, cambia miradas. A veces basta. Leer a Vila-Matas hoy no es buscar profecías, es entrenar un músculo que se estaba atrofiando: imaginar alternativas a lo que nos dictan las pantallas. La pregunta ya no es si se parece: es cuánto estamos dispuestos a parecernos. Entre la prisa y la pausa, elegimos todos los días, y casi sin darnos cuenta. Lo que está en juego no es solo una idea del pasado, sino la textura del presente que habitamos juntos.

Punto Clave Detalle Interés para el lector
Memoria que rima con el presente De la coerción frontal a la presión difusa y algorítmica Detectar patrones actuales sin caer en exageraciones
Higiene mental cotidiana Método del cuaderno, lectura lenta, pausas antes de compartir Herramientas prácticas para pensar con autonomía
Señales de alerta blandas Autocensura, tendencias como verdad, miedo a disentir Reconocer a tiempo el clima que encoge el debate

FAQ :

  • ¿Vila-Matas dice que vivimos otra dictadura?No. Habla de resonancias y mecanismos que se parecen en sus efectos: menos matiz y más miedo, con métodos distintos.
  • ¿Por qué su experiencia es relevante hoy?Porque vivió la presión sobre la palabra y reconoce patrones de uniformidad que ahora operan por incentivos y pantallas.
  • ¿Qué papel juegan las redes y los algoritmos?Amplifican lo que puntúa rápido y penalizan la ambigüedad, creando cámaras de eco que empobrecen la conversación pública.
  • ¿Cómo puedo proteger mi pensamiento crítico?Leer largo, anotar dudas, pausar antes de compartir, buscar fuentes diversas y sostener conversaciones sin prisa.
  • ¿Qué libros suyos dialogan con este tema?“Historia abreviada de la literatura portátil”, “Kassel no invita a la lógica” y “Bartleby y compañía”, por su mirada lateral y su celebración del matiz.

1 comentario en “Enrique Vila-Matas, escritor: “Viví en una dictadura hasta los 27 años. Este mundo cada vez se parece más a todo aquello.””

  1. Texte puissant. La “pression diffuse” décrite ici m’a rappelé nos timelines où l’ambiguïté est punie par le silence. Intéréssant aussi le parallèle entre mémoire et notifications: moins de bottes, plus d’algorythmes. Ce n’est pas la même chose qu’une dictature, mais ça y ressemble sur un point: on parle moins librement, on pense plus vite que juste.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio