El repostero y cocinero catalán Jordi Roca ha puesto sobre la mesa un método que interpela a cualquiera que haya sufrido con el pollo asado: piel crujiente, carne húmeda y cero dramas, sin recurrir a caldo ni vino blanco. La clave está en controlar la humedad interior mientras doras por fuera.
Ni caldo ni vino blanco: por qué este truco funciona
El objetivo es sencillo de decir y difícil de lograr: mantener la humedad interna y, a la vez, lograr una piel crujiente. Roca propone una combinación de dos ideas que se refuerzan: un marinado seco que promueve el dorado y una fuente de vapor desde el interior basada en cerveza. Así, el exterior se carameliza y el interior no se reseca.
El marinado seco no moja la piel, por lo que facilita la reacción de Maillard. La cerveza, al calentarse, libera vapor que recorre la cavidad del ave y evita la pérdida excesiva de agua. Esa diferencia se nota al cortar la pechuga y en la textura de los muslos.
El vapor de cerveza hidrata desde dentro si usas un recipiente apto para horno; el marinado seco se ocupa del dorado.
El paso a paso con especias y cerveza
Antes de hornear, prepara un adobo seco que se pegue a la piel y se caramelice con el calor. Roca sugiere una mezcla equilibrada y accesible.
- Seca el ave con papel. La piel húmeda impide el buen dorado.
- Mezcla pimentón dulce y picante, mostaza en polvo, tomillo seco, sal gruesa, azúcar moreno y mezcla para pollo asado.
- Unta con aceite de oliva virgen extra y espolvorea bien, sin prisa, hasta cubrir de forma homogénea.
- Coloca en el interior un vaso o soporte apto para horno con cerveza. El pollo queda “sentado” y la bebida evapora durante la cocción.
El toque de azúcar moreno ayuda al dorado y equilibra el punto del pimentón. Si quieres más grasa protectora, introduce pequeños copos de mantequilla bajo la piel de la pechuga.
¿Lata sí o no? seguridad y alternativas
La imagen del “pollo sentado” en una lata es popular. Aun así, las tintas y recubrimientos de las latas no están pensados para hornear. Con altas temperaturas podrían migrar compuestos indeseados. Roca advierte y ofrece una solución sensata: usar recipientes aptos.
Evita hornear con la lata en contacto directo. Trasvasa la cerveza a borosilicato o a un soporte metálico diseñado para asados.
| Método | Recipiente | Riesgo | Resultado esperado |
|---|---|---|---|
| “Pollo sentado” clásico | Lata de cerveza | Recubrimientos no aptos para horno | Jugoso, pero con dudas de seguridad |
| “Pollo sentado” seguro | Vaso de borosilicato o soporte de acero inoxidable | Bajo si el material es apto | Jugoso y más control sanitario |
| Horneado tradicional | Bandeja sin aporte de vapor interior | Bajo | Más riesgo de sequedad en pechuga |
Temperatura, tiempos y detalles que marcan la diferencia
Roca sitúa el punto dulce del horno cerca de los 180 °C. Un pollo de tamaño medio necesita entre 60 y 75 minutos. Abre lo menos posible: cada apertura reduce el calor y frena el dorado. Coloca una bandeja inferior para recoger los jugos; con ellos puedes regar el pollo en los últimos 10 minutos y potenciar el acabado brillante.
- Temperatura interna objetivo: 75 °C en la parte más gruesa de la pechuga y el muslo, medida con termómetro.
- Reposo mínimo: 10 minutos fuera del horno, mejor con el pollo boca abajo para que los jugos se redistribuyan y no se escapen al cortar.
- Condimenta con paciencia: la capa de especias debe quedar pareja para una piel crujiente uniforme.
Hornear a 180 °C, casi sin abrir, y dejar reposar el ave cambia por completo la jugosidad final.
Errores frecuentes que arruinan el crujiente
- Meter el pollo con la piel mojada. Sécala bien.
- Pasarse de temperatura. A 200–220 °C sin control, la piel se quema y la pechuga queda seca.
- No salar suficiente la superficie. La sal ayuda a extraer agua y favorece el dorado.
- Cortar nada más salir del horno. Sin reposo, los jugos se escapan al primer corte.
Ideas de sabor que encajan con la técnica
El adobo seco admite variaciones sin perder el efecto crujiente. Puedes añadir cítricos, hierbas y picantes que se lleven bien con la cerveza.
- Toque mediterráneo: tomillo, romero, ralladura de limón y pimentón.
- Perfil ahumado: pimentón de la Vera y un punto de comino.
- Más umami: un poco de soja en la mezcla líquida del pincelado inicial y ajo en polvo.
¿No tomas alcohol? alternativas compatibles con la seguridad
Si no quieres alcohol, usa cerveza 0,0 en el vaso apto o prepara una infusión aromática: agua con laurel, piel de limón, pimienta y un chorrito de vinagre de manzana. El punto es generar vapor suave que proteja el interior sin humedecer la piel desde fuera.
La clave no es la graduación, sino el vapor interno controlado y un adobo seco que ayude al dorado.
Seguridad alimentaria y compras inteligentes
Trabaja con tablas y cuchillos separados para evitar contaminación cruzada. Lava las manos después de manipular el pollo crudo y cocina hasta alcanzar los 75 °C internos. Si compras un pollo grande, ajusta el tiempo y confirma con termómetro; no te fíes solo del color de los jugos.
Para ahorrar, busca aves de 1,6–2 kg: suelen dar mejor relación peso/precio y una cocción más uniforme. Los restos se convierten en tacos, ensaladas o sandwiches para el día siguiente.
Un extra para el acabado perfecto
- Últimos 8–10 minutos con función grill suave si la piel pide más color.
- Un chorrito de los jugos de bandeja mezclados con miel y limón para barnizar al final.
- Una pizca de sal en escamas al salir del horno para realzar el crujiente.
Si te preguntas por qué esta técnica “cambia todo”, piensa en el equilibrio: un interior protegido por el vapor y una superficie que se dora con el adobo seco. No necesitas caldo ni vino blanco, solo orden, un recipiente apto y control del horno. Con un sencillo vaso de borosilicato y una buena mezcla de especias, tu pollo asado pasa de correcto a memorable sin complicarte la vida ni asumir riesgos innecesarios.
¿Quieres hilar fino? Pesa el ave, calcula 35–40 minutos por kilo a 180 °C y valida con termómetro. Si el horno pierde calor al abrir, compensa con 5 minutos extra. Tener un plan claro reduce la ansiedad y te regala lo más difícil de conseguir: un asado que sale igual de bien cada fin de semana.










Merci Jordi ! Mon poulet finissait toujours sec… Là, marinade sèche + verre en borosilicate rempli de bière = peau dingue et chair juteuse 🙂 J’ai même glissé un peu de beurre sous la peau comme conseillé. 180°C, presque pas d’ouvertures, puis repos 10 min: workflow simple et efficace. Qui aurait cru que “pas de bouillon ni de vin blanc” marcherait aussi bien ?