Lidl lanza este viernes un calefactor por menos de 20 €: ¿cuánto calor real te da en 10 min?

Lidl lanza este viernes un calefactor por menos de 20 €: ¿cuánto calor real te da en 10 min?

El invierno empieza en el despacho, no en la calle.

Con la bajada de temperaturas, muchos buscan una solución rápida para trabajar sin abrigo en casa. Este viernes, el debate vuelve a la mesa: calor localizado, gasto contenido y un aparato que cabe en la palma.

El viernes que pilló a muchos a contrapié

Desde primera hora hubo movimiento en las tiendas. Gente que teletrabaja, estudiantes y quien atiende al público en espacios pequeños miró lo mismo: un calefactor barato, compacto y listo para enchufar. Precio por debajo de 20 euros, carcasa ligera y promesa de calor inmediato. La pregunta no tardó en volverse colectiva: ¿sirve de verdad para templar una habitación?

Las pruebas caseras apuntan a un escenario prudente y útil. En un salón de 12 m² con puerta cerrada y ventana bien sellada, un termómetro pasó de 17,5 ºC a 19 ºC en 10 minutos, y a 20,3 ºC en 20 minutos. No crea clima tropical, pero cambia la sensación en manos y piernas. Ese pequeño salto marca la diferencia cuando trabajas quieto frente a la pantalla.

La tecnología no tiene misterio. Emplea un elemento cerámico PTC que se calienta rápido y se autorregula para no derrochar, y un microventilador que impulsa el aire hacia donde miras. El objetivo no es calentar toda la casa, sino tu metro y medio de confort. Ahí gana por goleada a la calefacción central cuando solo necesitas foco.

Calor de proximidad por menos de 20 €: pensado para tu zona personal, no para todo el piso.

Cómo usarlo para gastar menos y sentir más calor

La colocación y el tiempo marcan el resultado. Si lo apuntas al tronco o a las piernas, a una distancia de 1 a 1,5 metros, el efecto se nota antes. Si cierras la puerta, evitas que el calor se diluya. Y si programas ráfagas cortas, mantienes el confort sin disparar el recibo.

  • Ponlo a media altura y a 1–1,5 m del cuerpo para un chorro directo y uniforme.
  • Cierra la estancia y elimina corrientes de aire; las rendijas roban grados.
  • Trabaja con ciclos: 15 minutos de subida, 5 de descanso, 10 de mantenimiento.
  • Evita telas por delante y enchufes saturados; mejora el flujo y reduces riesgos.
  • Úsalo en zonas concretas: escritorio, tocador, mesilla o rincón de lectura.

En tienda lo resumen sin vueltas: si lo usas para ti y no para el salón entero, notas el calor y el ahorro. La clave está en la disciplina. Encenderlo cuando te sientas, apagarlo cuando te levantes, y ventilar la habitación más tarde para renovar el aire.

El coste por hora, con potencias entre 500 y 1000 W, se mueve entre 0,10 y 0,22 € con un precio de 0,20–0,22 €/kWh.

¿Cuánto consume de verdad? Números claros para tu bolsillo

Los mini-calefactores suelen trabajar entre 500 y 1000 W. En sesiones cortas la factura no se dispara. El truco está en calentar tu microclima y no el pasillo. Con una tarifa de 0,22 €/kWh, estos escenarios sirven de referencia:

Situación Potencia estimada Duración Consumo Coste aprox.
Calentar manos y piernas 500 W 30 min 0,25 kWh 0,06 €
Subida rápida en despacho 800 W 20 min 0,27 kWh 0,06 €
Mantenimiento mientras trabajas 600 W 40 min 0,40 kWh 0,09 €
Sesión larga de lectura 1000 W 60 min 1,00 kWh 0,22 €

El mensaje es simple: si apuntas el calor a tu cuerpo y limitas el tiempo, el coste se mantiene bajo. Si lo dejas toda la tarde a tope en una estancia abierta, el gasto sube y el efecto se diluye.

Diseño y seguridad: lo que conviene mirar antes de pagar

Este tipo de calefactor suele apostar por un cuerpo compacto y base estable. No pesa casi nada, pero aguanta un uso diario prudente. Busca señales de seguridad que marcan la diferencia en el día a día.

Funciones y avisos que marcan la experiencia

  • Protección contra sobrecalentamiento y apagado automático si se vuelca.
  • Termostato o niveles de potencia para modular sin encender y apagar a mano.
  • Rejilla frontal con buen paso de aire y carcasa que se limpia con un paño seco.
  • Cable en buen estado, sin regletas saturadas ni alargadores viejos.
  • Etiqueta de aptitud para zonas húmedas si piensas usarlo cerca del baño.

Uso responsable: superficie estable, frontal despejado, sin telas encima y fuera del alcance de niños y mascotas.

El fenómeno social: microclima personal y compras de viernes

Más allá del precio, la escena refleja un cambio de hábitos. En vez de encender la calefacción central para todo el piso, muchos crean un microclima personal en su mesa. Cuatro metros alrededor, manos templadas y productividad a salvo. Esa lógica encaja con el teletrabajo, los pisos pequeños y la necesidad de ajustar cada euro del recibo.

También abre un debate honesto: capas de ropa frente a calor dirigido. No hay una respuesta única. Quien redacta, diseña o atiende llamadas desde casa valora un golpe de calor que no condicione al resto de la vivienda. Quien tiene niños correteando por el pasillo quizá prefiera sistemas centrales. La compra de impulso del viernes, cuando llega el frío, se entiende en ese marco.

Preguntas rápidas que te haces antes de llevarlo a casa

  • ¿Hace ruido? Emite un murmullo de ventilador bajo; apto para videollamadas si no eres muy sensible.
  • ¿Calienta un dormitorio? En estancias pequeñas y cerradas mejora el confort, sin sustituir sistemas centrales.
  • ¿Sirve para el baño? Solo si el fabricante certifica uso en zonas húmedas; si no, mejor dormitorio o pasillo.
  • ¿Seca el ambiente? Como cualquier calefactor, reduce humedad local; ventila unos minutos al terminar.
  • ¿Cuánto dura? El uso correcto y la limpieza de rejillas alargan la vida útil y mantienen el rendimiento.

Consejos extra para afinar tu ahorro y tu confort

Si teletrabajas, programa tus sesiones de calor a la hora con más frío y acompáñalas de una capa ligera de ropa. Usa alfombra o felpudo para cortar el frío del suelo, y coloca el calefactor a la altura del torso para notar antes el efecto. Cerrar la puerta, sellar rendijas y bajar persianas al anochecer suma grados sin coste.

Para estimar tu gasto diario, multiplica la potencia del aparato por las horas de uso y el precio del kWh de tu tarifa. Un ejemplo: 0,6 kW durante 2 horas son 1,2 kWh. Con 0,22 €/kWh, pagarías 0,26 €. Esta cuenta rápida te ayuda a decidir si te compensa frente a encender la caldera o subir el termostato del sistema general.

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