Alejandro Amenábar, director: “El cine ha perdido el misterio, pero aún puede emocionar”

Alejandro Amenábar, director: “El cine ha perdido el misterio, pero aún puede emocionar”

Entre banners que lo cuentan todo y plataformas que no paran, algo se perdió por el camino: ese escalofrío previo, el silencio antes del primer plano. Alejandro Amenábar, que jugó con nuestros nervios desde Tesis hasta Los Otros, lo dice sin rodeos: el misterio se ha encogido. No ha desaparecido. Solo cuesta más encontrarlo en salas y pantallas que lo explican todo antes de tiempo.

La mañana en Madrid huele a lluvia gastada y a café con leche. Amenábar llega sin prisa, como si la ciudad lo esperara, y deja el móvil boca abajo sobre la mesa de formica. Sonríe con esa calma que desarma, como si en la cabeza ya estuviera montando otra escena de pasillos y respiraciones contenidas. El murmullo del bar es un sonido continuo, casi de sala vacía, que invita a contar cosas. Sale el tema de los tráilers que destripan giros. De las métricas que deciden finales. Mira por la ventana, reconoce la energía del momento y su trampa. “El cine ha perdido el misterio, pero aún puede emocionar”, suelta. Suena a diagnóstico y a promesa. Como una puerta entornada.

El misterio que se esfumó en la era del todo visible

El misterio se ha vuelto raro porque ya no le damos tiempo a respirar. Las historias llegan con etiqueta, resumen, ranking de tendencia y un puñado de spoilers disfrazados de sinopsis. Se pretende que el espectador decida en diez segundos si se queda o pasa. Esa prisa lima las sombras, los silencios y los matices. **El suspense exige una espera incómoda que el mercado no sabe vender.** Y, sin esa espera, el asombro se marchita antes de nacer.

Que lo diga Amenábar no es casualidad. En Tesis, un pasillo universitario parecía un túnel infinito solo con una luz parpadeando y un rumor de pasos que no se veían. En Los Otros, una cortina que se mueve de más te deja clavado a la butaca, sin efecto digital que lo sostenga. Hay cifras que miden taquilla y minutos vistos, pero no hay gráfico para esa respiración que se corta. Todos hemos vivido ese momento en el que la sala entera se queda sin aire a la vez. Eso no se imprime en un banner.

La explicación es más simple de lo que parece: el misterio no es un género, es un pacto. Se construye con lo que no se dice y lo que solo se sugiere. Cuando todo está aclarado de antemano, el pacto se rompe. Plataformas, redes, tráilers que cuentan la película en dos minutos… empujan a los creadores a ponerlo fácil. Se consume la sorpresa a fuego rápido y se avanza al siguiente título. **El misterio no se ha muerto; se ha mudado de sitio.** Vive donde aún caben las pausas: en una sala oscura, en una dirección que elige el fuera de campo, en una música que no subraya, en la duda que nos hace mirar dos veces.

Cómo recuperar el temblor: pequeños gestos de dirección y de mirada

Una táctica útil es dosificar la información como si fuese luz. Abre la escena con algo concreto —un objeto, un sonido, un gesto— y retrasa la explicación. Cambia de eje cuando el espectador cree entenderlo todo y regresa a un plano fijo que incomode. Juega con el silencio: dóblalo, córtalo, déjale grietas por donde se cuele la sospecha. La mirada no siempre va delante de la historia; a veces debe ir un paso por detrás, tanteando.

Los errores llegan por exceso de subrayado. Personajes que explican su trauma, músicas que “dicen” cuándo asustarse, movimientos de cámara que calcan un tutorial. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Ni directores, ni espectadores. Hay días de oficio y hay días de magia. Si la escena ya funciona en bruto, resiste la tentación de adornarla. Si el giro es bueno, no lo vendas como un truco. Si el silencio pesa, no lo tapes. Duele cortar minutos, pero el misterio también vive en lo que se queda fuera.

En palabras sencillas, el miedo —o la emoción— nace donde no llega la explicación.

“El miedo no está en lo que mostramos, está en la cabeza del espectador”, ha repetido Amenábar más de una vez, como un recordatorio práctico más que una teoría.

Y conviene anotar algunas palancas discretas que funcionan, ayer y hoy:

  • El fuera de campo: sugiere con sonido lo que no se ve.
  • Los objetos ancla: un llavero, una fotografía, un abrigo mojado.
  • La respiración: corta el diálogo antes del remate perfecto.
  • La luz que falta: las sombras cuentan sin levantar la voz.
  • El tiempo: adelanta el clímax medio minuto o retrásalo tres.

¿Y ahora qué le pedimos al cine?

Le pedimos emoción que no tema lo simple. Le pedimos riesgo sin disfraz de grandilocuencia. Que vuelva a oler a pasillo, a madera vieja, a amanecer después de una noche de rodaje. La modernidad no está reñida con la incógnita. El público no está roto: solo está cansado de que le hablen como a un algoritmo. **Lo que queda por sentir no cabe en un tráiler.** Tal vez el misterio ya no sea moda, y está bien. Queda el trabajo minucioso: elegir cada corte con pudor, cada silencio con valentía, cada plano con una pregunta dentro. Esa pregunta es la chispa que nos atraviesa al salir de la sala, cuando la calle suena distinta y las luces parecen otra cosa.

Punto Clave Detalle Interés para el lector
El misterio como pacto No es género, es negociación con lo no dicho Comprender por qué algunas películas te atrapan sin explicarlo todo
Gestos de dirección Silencios, fuera de campo, objetos ancla, luz Recursos prácticos para percibir y disfrutar el suspense
Higiene narrativa Evitar sobreexplicar, dosificar información, cortar adornos Claves para que la emoción sobreviva al ruido de la era streaming

FAQ :

  • ¿Qué quiso decir Amenábar con “El cine ha perdido el misterio”?Que el ecosistema actual adelanta y explica en exceso, restando zonas de sombra donde el espectador completa la historia.
  • ¿Se puede recuperar ese misterio en plataformas?Sí, si se dosifica la información, se respeta el silencio y se huye del tráiler que destripa. La forma importa más que el soporte.
  • ¿Qué películas de Amenábar ilustran mejor esta idea?Tesis y Los Otros por su uso del fuera de campo y la sugestión; y Mientras dure la guerra por su tensión contenida.
  • ¿Qué puede hacer el público para “sentir más”?Ver menos sinopsis, evitar tráilers reveladores y dejarse llevar por el ritmo. Entrar a ciegas cuando se pueda.
  • ¿Cuál es la próxima frontera del misterio en el cine?Historias íntimas con tecnología invisible, donde la puesta en escena manda y la emoción nace de lo que no se dice.

2 comentarios en “Alejandro Amenábar, director: “El cine ha perdido el misterio, pero aún puede emocionar””

  1. Me gusta la idea del misterio como pacto. Pero ojo: algunos trailers no destripan, sino que proponen juego. Lo que de verdad mata la intriga es la prisa por entenderlo todo YA. ¿No será que debemos aprender a mirar más despacio?

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