La agenda corre, las notificaciones pican como mosquitos y el día se evapora. Antonio Muñoz Molina repite una verdad incómoda: el verdadero lujo hoy no es dinero ni gadgets, es tiempo lento.
No hay portátil, no hay auriculares, solo un lápiz que avanza sin prisa. Es fácil imaginarlo a él, a Muñoz Molina, observando un haz de polvo en la luz de la tarde y haciéndolo durar lo suficiente como para que se convierta en una escena. La calle bulle; por la ventana pasan carritos, perros que tiran, una bici que rechina. El reloj no manda, la mirada sí. El mundo nos pide prisa, pero su literatura es una trinchera contra esa marea. Afuera todo se acelera; dentro del cuaderno algo se aquieta. Y eso, en 2025, suena a capricho. Un capricho necesario.
El lujo de frenar
La idea de Muñoz Molina no es abstracta: frenar transforma lo que entra por los ojos. En “Un andar solitario entre la gente” convierte un paseo en una película de minucias, con tiques, anuncios y voces anónimas que se quedan pegadas como si tuvieran peso. Ese ralentí es una técnica y una ética. La atención se vuelve lupa, la ciudad responde, el ruido se separa en capas. Leerlo produce un efecto curioso: uno camina distinto, mira los bordes de las cosas, se permite un segundo más donde antes pasaba de largo. Eso también es un modo de estar en el mundo.
Pienso en una lectora que me contó que dejó el móvil en casa para cruzar Lavapiés leyendo tres páginas de “Todo lo que era sólido”. Notó olores que ya no recordaba, escuchó su propio paso en el suelo. Hay datos que asustan: un estudio de dscout calculó hace años que un usuario medio toca su teléfono más de 2.600 veces al día. No es solo distracción, es fragmentación. Muñoz Molina propone otra métrica: páginas leídas sin interrupción, minutos de mirada sostenida, un paseo sin mapas. Parece poco, y sin embargo te cambia el pulso.
El tiempo lento no es pereza, es un músculo. Cuando él cuenta la prehistoria de una idea en “La noche de los tiempos” o el recuerdo que regresa en “El jinete polaco”, está ensayando una disciplina: estirar la experiencia para que quepa la emoción completa. La prisa comprime y empobrece. La lentitud filtra y afina. En economía, lo escaso sube de valor. Hoy lo escaso es la atención. Por eso el tiempo lento es un lujo, no por elitista, sino porque tiene un coste: renunciar a una porción de ruido, a un trozo de corriente mayoritaria, a una parte de inmediatez.
Cómo practicar el tiempo lento según Muñoz Molina
Hay gestos concretos. Salir de casa sin auriculares y dejar que la ciudad te hable con su voz rara. Llevar un cuaderno pequeño y anotar una frase o una sombra que te persigue. Leer veinte minutos seguidos en papel, con el teléfono boca abajo y lejos de la mano. Pasear rutas cortas y repetidas para aprender sus variaciones, como hace él con Madrid o Úbeda. No se trata de heroísmo, sino de crear pequeñas grietas en la velocidad. En esas grietas entra aire.
El error más común es convertir la lentitud en reto productivo, con métricas y culpitas. No va de eso. Va de recuperar una textura que antes estaba y que ahora requiere defensa. Todos hemos vivido ese momento en el que llega la noche y no sabes qué hiciste con tu día. Ahí la propuesta de Muñoz Molina funciona como salvavidas: rescatar diez minutos y cargarlos de sentido. Seamos honestos: nadie hace esto a diario. Basta con ensayar, tropezar, reírse un poco y volver a intentarlo mañana.
Él lo ha dicho muchas veces en entrevistas y diarios: la prisa borra la memoria. Y la memoria es el territorio de un escritor, pero también el de cualquier vida que quiera recordar qué vivió.
“El tiempo lento es el verdadero lujo contemporáneo”.
- Una calle conocida puede ser una novela si caminas sin auriculares.
- Un cuaderno barato vale más que una app si lo abres cada tarde.
- Veinte páginas sin notificaciones rinden como cien distraídas.
- El silencio no aburre: afina la escucha de lo que importa.
Una invitación a mirar distinto
Muñoz Molina no predica desde una torre, escribe a ras de suelo. Ahí está el valor. En sus páginas los objetos se dignifican y los minutos se estiran para que el mundo quepa mejor. La propuesta no exige mudarse al campo ni desconectarse del todo. Es una forma de abrir espacios de nitidez. Si la palabra lujo te incomoda, cámbiala por algo más práctico: cuidado, mimbres, artesanía del tiempo. En esa artesanía hay paz, pero también resistencia. Y un placer secreto que no necesita exhibirse.
| Punto Clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Tiempo como lujo | La atención sostenida vale más que la velocidad | Mejor foco y sensación de control diario |
| Gestos concretos | Pasear sin auriculares, cuaderno, lectura en papel | Aplicación inmediata y resultados palpables |
| Ética de la mirada | Observar lo pequeño cambia la experiencia | Disfrutar la ciudad y recordar lo vivido |
FAQ :
- ¿Quién es Antonio Muñoz Molina y por qué habla de tiempo lento?Escritor español, académico de la RAE y Premio Príncipe de Asturias. Su obra explora la memoria y la atención, y defiende que la lentitud recupera profundidad.
- ¿Qué libros suyos conectan más con esta idea?Un andar solitario entre la gente, Todo lo que era sólido y La noche de los tiempos son puertas de entrada nítidas a su mirada lenta.
- ¿Cómo empiezo si soy muy impaciente?Diez minutos al día con un libro en papel o un paseo sin móvil. Poco y constante. Mejor sumar que forzar.
- ¿Vale usar apps de mindfulness para esto?Pueden ayudar, pero el enfoque de Muñoz Molina es analógico: papel, silencio, calle, mirada. Prueba a combinar.
- ¿La lentitud baja la productividad?Paradójicamente, la sube donde cuenta: más claridad, menos ruido, decisiones con cabeza. No es magia, es enfoque.










Merci pour cet article. L’idée que le temps lent est un muscle me parle beaucoup: lire 20 minutes sans notifs, marcher sans écouteurs, tenir un petit carnet… Depuis que j’essaye, je me sens moins fragmenté et je me rappelle d’avantage des journées. Ce n’est pas de la paresse, c’est une hygiène de l’attention. Muñoz Molina m’aide à redecouvrir des détails que je croyais perdus. Promis: ce soir, tèléphone loin et pages en papier.