Andrea Ruiz, 30 años, carpintera: “La gente se sorprende cuando digo que gano más que muchos ingenieros”

Andrea Ruiz, 30 años, carpintera: “La gente se sorprende cuando digo que gano más que muchos ingenieros”

Carpintera en un país que aún mira de reojo los oficios, su frase corre como chispa: “La gente se sorprende cuando digo que gano más que muchos ingenieros”. Detrás no hay truco. Hay método, demanda y una manera de trabajar que corta estereotipos como una sierra bien afilada.

El taller huele a madera recién cortada. Es un lunes por la mañana y Andrea marca con lápiz un tablero de roble, mientras suena una cumbia bajita de un altavoz viejísimo. El serrín brilla con la luz que entra por la puerta, como si el aire también fuese materia. *El ruido suave del cepillo calma más de lo que crees.*

Su móvil vibra. Es un cliente nuevo, recomendado por una vecina, que quiere una biblioteca a medida. Andrea responde sin mirar demasiado: “Te llamo a las 14:15”. Ella trabaja por bloques, con auriculares, y anota cada minuto como si fuese carpintería invisible. Luego sonríe: hizo números el fin de semana. Y le salen las cuentas.

En la pared hay plantillas de puertas, muestrarios de barnices, y un calendario con post-its de colores. Un papel dice “Cocina López: 11.800 €”, otro “Puerta corredera: 780 €”. Entre ambos, una nota que parece una broma: “Descansar”. No lo es. Lo aprendió a golpes. Aquí nadie regala horas. Tampoco los clientes. Su tarifa rompe esquemas.

Una carpintera que desmonta la calculadora

Andrea no presume. Habla con cifras, facturas y plazos. Su tarifa base es de 38 €/hora en taller y 48 €/hora en obra, con un mínimo de 3 horas por servicio. No siempre fue así. Durante un tiempo cobró a ojo y se quemó.

Hoy su regla es simple: hora + material + margen + imprevistos. Y el margen no es un capricho, es lo que diferencia un oficio sostenible de un hobby caro. Tiene lista de espera de siete a diez semanas, y eso ya no sorprende a nadie en su barrio. La demanda manda. **La calidad manda más.**

Un ejemplo que recuerda bien: la “Cocina López”. Módulos en MDF hidrófugo, frentes de roble, herrajes Blum, encimera laminada de alta presión. Dos semanas de taller, cinco días de instalación, dos visitas para remates. Materiales: 4.200 €. Horas: 118. Presupuesto final: 11.800 €. Cliente feliz, fotos en Instagram y tres encargos nuevos en las siguientes 48 horas.

Así, Andrea detectó el efecto dominó: un proyecto bien documentado no solo paga el mes, abre el siguiente. El 62% de sus trabajos viene de recomendaciones y el 31% de redes sociales. El resto llega por Google Maps y el rastro digital de reseñas con fotos antes/después. Nada de magia. Solo consistencia.

¿Por qué gana más que muchos ingenieros jóvenes? Escasean perfiles con oficio fino, y la reforma doméstica no se ha frenado. A medida duele al principio, encanta al final. Las familias pagan por aprovechar cada centímetro, por un mueble que no tiemble, por puertas que no crujan a los seis meses.

Las manos hacen, sí, pero el valor está también en pensar. Andrea cotiza el proyecto, no solo el tiempo. Incluye diseño, medición, logística, ajustes, acabados y garantía de un año. El precio alto sin explicación es sospechoso. Con desglose, se vuelve razonable. **Transparencia que convierte.**

Método, tarifas y pequeños trucos que suman grande

Andrea usa una hoja de cálculo sencilla: ítems, tiempos, coste material, margen del 22%-28% y un 7% fijo de “imprevistos”. Si el cliente pide urgencia, aplica coeficiente 1,3. Cobra 50% para entrar a taller, 40% al terminar, 10% tras el ajuste final. Y entrega un boceto con medidas reales, más renders rápidos en el móvil.

Para no perderse, trabaja por lotes: cortes, ensamblaje, lija, sellado, pintura. Mide dos veces y corta una. Ordena tornillería en cajas transparentes, etiqueta botes, apunta cada barniz usado. Pequeños rituales que evitan errores caros. **Seamos honestos: nadie hace eso de verdad todos los días.** Ella tampoco. Cuando la vida se enreda, reduce ambición y salva calidad mínima.

Los tropiezos más repetidos son de guion: decir sí a todo, infravalorar el acabado, olvidar el tiempo de secado o no contemplar el transporte. También asoman las prisas del cliente. Andrea lo dice con calma: “No soy Amazon, soy carpintera”. Pide dudas por escrito, pone límites y guarda fotos de cada fase para protegerse si algo falla.

“No necesito permiso para construir una vida que me guste. Necesito buenos clientes, herramientas decentes y precios claros.” — Andrea Ruiz

  • Fórmula rápida: tiempo real + 15% de colchón.
  • Plantilla de presupuesto con fotos y plazos concretos.
  • Contrato sencillo: pagos, garantías, cambios y desmontajes.
  • Checklist de entrega: herrajes, nivel, holguras, fotos finales.

Lo que nos cuenta el caso Andrea

Andrea no es una rareza exótica. Es la foto de un mercado que cambió y todavía no se ha dado cuenta del todo. Las casas piden a gritos metros útiles, muebles que se adapten a rincones imposibles y puertas que corran sin guerra con el suelo. En ese hueco prospera quien mira el detalle.

Todos hemos vivido ese momento en que una cosa hecha a mano encaja tan bien que parece que siempre estuvo ahí. Ahí nace la disposición a pagar. Y ahí desmonta Andrea la vieja jerarquía de títulos. No es una revancha, es una alternativa real.

Hay también un gesto de época, una búsqueda de oficio con sentido y horarios más humanos. Ella no salva el mundo. Ajusta bisagras, sí, pero ajusta también cómo valoramos el trabajo que sostiene la vida diaria. Quizá lo que falta no es talento, sino permiso para intentarlo. Y rodearse bien.

Punto Clave Detalle Interés para el lector
Ingresos reales Tarifa base 38–48 €/h, proyectos de 780 a 12.000 €, margen 22–28% Referencia para valorar si tu propio precio está por debajo
Método de venta Desglose claro, contrato simple, 50/40/10 en pagos Plantilla mental para evitar impagos y malentendidos
Demanda 62% por recomendación, 31% por redes, lista de espera 7–10 semanas Ideas prácticas para conseguir clientes sin anuncios caros

FAQ :

  • ¿Hace falta una formación larga para empezar en carpintería?Un ciclo formativo ayuda, pero muchos arrancan con cursos cortos y práctica acompañada. Lo que acelera es tener mentores y proyectos reales con supervisión.
  • ¿Cuánto se puede ganar al mes?Depende de zona y especialidad. Con agenda llena y precios bien calculados, 2.800–4.500 € netos es alcanzable tras un tiempo de rodaje.
  • ¿Qué herramientas básicas recomienda Andrea?Sierra circular con guía, caladora, taladro/atornillador, fresadora, lijadora orbital, escuadras, sargentos, nivel y un buen aspirador. Menos pero buenas.
  • ¿Cómo consigue clientes sin gastar en anuncios?Fotos claras de antes/después, reseñas con nombre y barrio, respuestas rápidas y presupuestos visuales. Instagram y Google Maps son su escaparate principal.
  • ¿Riesgos habituales y cómo cubrirlos?Retrasos por material, cambios de último minuto y daños en transporte. Andrea se protege con contrato, colchón de tiempo y embalaje serio. Y documenta cada fase.

1 comentario en “Andrea Ruiz, 30 años, carpintera: “La gente se sorprende cuando digo que gano más que muchos ingenieros””

  1. Me encantó el desglose: 38–48 €/h, margen 22–28%, 7% de imprevistos y pagos 50/40/10. Esto sí es enseñar oficio sin misticismo. Como ingeniero reconvertido, confirmo: el valor está en pensar y documentar. Gracias por poner números y límites claros.

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