Javier Cercas, novelista: “Sin memoria no hay identidad, y sin identidad no hay futuro.”

Javier Cercas, novelista: “Sin memoria no hay identidad, y sin identidad no hay futuro.”

¿Qué le ocurre a una persona? Javier Cercas lanza una frase que duele y cura a la vez: “Sin memoria no hay identidad, y sin identidad no hay futuro.” No es una consigna, es un aviso. España camina con los bolsillos llenos de historias que a veces preferimos no tocar. La pregunta es si se puede avanzar con esa piedra dentro del zapato.

La primera vez que escuché a Cercas fue en un teatro pequeño de barrio. Calor de junio, abanicos discretos, gente de todas las edades con un libro en la mano. Habló de muertos que aún piden palabra y de gestos mínimos que cambian destinos; contó cómo una entrevista aparentemente banal abre una bóveda en la memoria de alguien. Una mujer, a mi lado, rompió a llorar sin hacer ruido. Todos hemos vivido ese momento en que una frase nos da la vuelta como un calcetín. Salí a la calle con una idea zumbando: la memoria no se hereda, se trabaja. Y no hay atajos.

La memoria como músculo cívico

La idea de Cercas es provocadora porque no se limita a la nostalgia. La memoria que plantea es activa, contradictoria, a veces incómoda. No pide estatuas, pide conversación. Sus novelas —de Soldados de Salamina a El monarca de las sombras— son laboratorios donde la historia y la intimidad chocan y se contaminan. El resultado no es un veredicto, es una pregunta nueva. En esa fricción se forma algo parecido a la identidad cívica: lo que somos cuando recordamos juntos, incluso lo que nos cuesta admitir.

Una escena concreta: un club de lectura en una biblioteca municipal de Girona. Jóvenes, jubilados, una maestra, un repartidor. Discuten Anatomía de un instante como si fuera una serie de actualidad. No se ponen de acuerdo sobre Suárez ni sobre quién salvó qué. A ratos sube el tono, alguien cita a su abuelo, otra trae un recorte de periódico. Al acabar, dos que no se conocían quedan para hablar en la cafetería de la esquina. Esa cadena de conversaciones no sale en los datos, pero mueve algo real. La memoria, cuando se comparte, se vuelve cotidiana.

La lógica detrás es clara: la identidad no es un DNI, es una práctica. Cuando Cercas rastrea una historia, desmonta relatos cómodos, rescata zonas grises, obliga a mirar. Ese trabajo produce comunidad porque detecta puntos ciegos que todos tenemos. Y si una sociedad aprende a ver sus sombras, teme menos sus reflejos. La memoria no es un museo, es un taller. Un lugar donde se prueba, se rompe, se repara. De ese taller salen herramientas para lo que viene, no reliquias para vitrinas.

Cómo convertir el pasado en relato propio

Hay un gesto que Cercas repite: ir a los archivos, hablar con testigos, relocalizar escenarios. Es casi un método. Empieza por una duda concreta, no por una tesis general, y deja que los hechos lo contradigan. El lector puede copiar ese gesto en su vida: preguntar en casa por una foto, visitar el lugar donde ocurrió algo que marcó a la familia, tomar notas sin sacar conclusiones prematuras. La memoria prospera cuando se la pisa con los pies y se la escribe con paciencia. Ahí aparece lo que parecía perdido.

Errores frecuentes: querer cerrar rápido, buscar héroes puros, huir de las contradicciones. No hace falta grabar un documental para acercarse al pasado, basta con no matar las preguntas. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Por eso ayuda fijar pequeños rituales que no pesen, como guardar una caja con cartas y nombres, o dedicar una tarde al mes a escuchar al mayor de la familia como si fuera un archivo viviente. El objetivo no es tener razón, es comprender lo suficiente como para no repetir lo que duele.

Hay otra lección práctica en su obra: reconocer el punto de vista desde el que miramos. Cercas no finge neutralidad absoluta, declara sus dudas y sus afectos, y a partir de ahí trabaja con rigor. Esa transparencia afloja defensas y abre puertas.

Sin memoria no hay identidad, y sin identidad no hay futuro.”

Y para no perder el hilo, sirve un pequeño mapa de ruta:

  • Empieza por un episodio concreto y acotado, no por “toda la historia”.
  • Contrasta testimonios: lo que se recuerda cambia según quién lo cuenta.
  • Visita lugares, toma fotos, dibuja croquis. Ver para entender.
  • Escribe a mano tres versiones: lo que pasó, lo que crees que pasó, lo que te contaron.
  • Deja reposar, vuelve con ojos frescos, añade dudas en los márgenes.

Lo que nos queda por contar

El futuro necesita historias que no mientan y tampoco paralicen. Ahí entra la frase de Cercas como un faro que no alumbra siempre el mismo lado. No pide memoria para castigar, pide memoria para moverse. España, como cualquier país con heridas, alterna olas de olvido y olas de ruido. La diferencia entre una y otra es el trabajo silencioso que hacemos en medio: leer, preguntar, ordenar, discutir con cariño. Un libro no arregla un país, pero puede cambiar el tono de una conversación familiar, y ese es un inicio poderoso. A veces, lo único que hace falta es una silla, una pregunta bien hecha y tiempo sin prisas.

Punto Clave Detalle Interés para el lector
Memoria activa Conversar, contrastar, pisar los lugares Pasar del abstracto a lo vivo
Método Cercas Duda inicial, archivo, testimonio, reescritura Aplicable a historias personales
Identidad compartida Relatos que admiten zonas grises Menos trincheras, más comunidad

FAQ :

  • ¿Javier Cercas escribe novela o crónica?Trabaja en la zona fronteriza: novela con materiales reales y narración que asume su punto de vista, sin disfrazar la investigación.
  • ¿Por qué insiste tanto en la memoria histórica?Porque en esa memoria se decide quiénes somos juntos; su frase no es decorativa, es una brújula para no caminar a ciegas.
  • ¿Por dónde empezar a leerlo?Soldados de Salamina para entrar, Anatomía de un instante para discutir, Terra Alta si te atrae el policial con preguntas morales.
  • ¿Hace falta estar de acuerdo con él para disfrutar sus libros?No. De hecho, leerlo funciona mejor cuando te permite disentir sin romper el diálogo.
  • ¿Puedo usar su “método” en mi propia historia familiar?Sí: episodio concreto, voces distintas, visita al lugar, notas y pausas. Menos prisa, más escucha.

2 comentarios en “Javier Cercas, novelista: “Sin memoria no hay identidad, y sin identidad no hay futuro.””

  1. Qué bien traída la idea de memoria como taller, no museo. Salgo de leer con ganas de preguntar en casa y abrir esa caja de cartas olvidadas 🙂 Gracias por el empujón.

  2. ¿Y si la memoria compartida solo crea nuevas trincheras? A veces el “método Cercas” parece seleción interesada más que investigación. ¿Quién decide qué duda vale y cuál se descarta?

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