Leiva, cantante: “Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no.”

Leiva, cantante: “Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no.”

Una confesión a media voz en medio del ruido: Leiva mira a los chavales y admite que quizá su idioma emocional ya no es el que mejor les llega. No suena a derrota. Suena a ese clic honesto que separa épocas y une biografías.

Leiva sale de un local de ensayo con la gorra baja, las manos aún con olor a metal y madera. Al cruzarse con un grupo de adolescentes, uno tararea un estribillo que no es suyo y otro enseña un vídeo fugaz en el móvil: 14 segundos, miles de likes, un temazo de alguien que ayer no existía y hoy es himno. El músico sonríe, casi en paz, como quien entiende que el río no se detiene para nadie. Se enciende un cigarro y dice lo justo, sin dramatismos: “Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no”. No es una queja.

Un relevo que suena distinto

El relevo no está en las cifras, está en el timbre. Hay una cadencia nueva, más directa, más memeable, que se cuela en los cascos de los 15 a los 20. Leiva lo ha dicho sin rodeos: la conversación emocional con los chavales la llevan otros, con jerga, beats y códigos que nacen en la pantalla vertical. **No es el fin de una generación; es otra etapa del mismo viaje.**

Piensa en un festival de verano. A media tarde, Leiva cierra los ojos en la prueba de sonido y un par de grupos de veinteañeros se acercan a la valla, curiosos. Cuando cae la noche, un artista que explotó en un challenge se lleva el coro masivo, y el salto es palpable: menos guitarras, más bajos y un hook que cabe en un story. No es una derrota, es una foto. Todos hemos vivido ese momento en que algo que amamos deja de ser el centro y pasa a ser un refugio.

La explicación no está sólo en TikTok ni en las modas. Es una cuestión de espejo. A los 16 buscas voces que te devuelvan tu reflejo, no el de tus hermanos mayores. Las letras de Leiva crecieron con una generación que ya cumplió treinta, que entiende el desamor sin filtros, pero también sin prisa. Los nuevos códigos aceleran la emoción, la vuelven brillante y compartible. Y aun así, cuando una melodía cuenta verdad, atraviesa edades.

Cómo reacciona un artista cuando el foco se mueve

Hay una forma de estar sin hacerse pequeño: componer desde la verdad y tender puentes en lugar de levantar trincheras. Leiva, que ya cruzó fronteras entre el rock de banda y la canción de autor, ha encontrado su método: escuchar, invitar, producir y callar cuando toca. Escuchar listas que no son tuyas, abrir el estudio a voces jóvenes, soltar singles con respiración de directo. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días.

El error más fácil es imitar la jerga como disfraz. Se nota y se agrieta. Mejor elegir dos movimientos concretos: colaborar sin paternalismo y cuidar la letra de siempre, esa que no pasa de moda. Lo otro: no convertir el algoritmo en brújula moral. **El algoritmo no compone canciones, todavía.** Y cuando cede el ego, aparece un terreno fértil donde una estrofa vieja puede encontrar un beat nuevo.

Hay que decirlo con su propio peso. Lo que suena a derrota es, en realidad, una licencia para crear sin ansiedad. Y eso, en el fondo, también libera. Leiva lo resumió como si hablara para sí: “Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no”. Aceptar esa frase devuelve aire, tiempo y juego.

“Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no.” — Leiva

  • Puentes, no muros: una colaboración bien elegida vale más que diez tendencias seguidas.
  • Letra que dura: una imagen honesta resiste el scroll y el hype.
  • Respirar el directo: las canciones ganan otro cuerpo cuando se sudan en sala.

La charla sigue

Lo interesante de este momento no es la nostalgia, es el diálogo. Leiva sabe que su voz ya no es la emisora principal para los 16, y eso le permite afinar otras frecuencias: las de los que entraron en la vida adulta con sus discos, las de quien busca historias más largas que un clip. También deja hueco para sorprender, para colarse en playlists ajenas sin pedir permiso. No hay mapa definitivo, sólo un rumbo íntimo.

Quizá el verdadero gesto generacional sea aceptar que el centro se mueve. Que una canción puede nacer en una habitación, hacerse viral en un ascensor y terminar cantándose en un estadio. Y que el oficio, ese saber hacer que Leiva se ganó a base de carretera, sigue siendo un valor sólido cuando el ruido sube. El resto es escuchar, aprender y elegir cada palabra como si fuese la primera.

Punto Clave Detalle Interés para el lector
Relevo generacional La voz que conecta con los chavales es hoy más joven y rápida Entender por qué cambió el centro de la conversación musical
Estrategia de artista Puentes mediante colaboraciones y letras honestas Ideas prácticas para navegar sin perder identidad
Mirada abierta Aceptación como motor creativo, no como renuncia Inspiración para seguir disfrutando y creando

FAQ :

  • ¿Significa esto que Leiva ya no interesa a los jóvenes?No. Quiere decir que el protagonismo lo llevan voces que nacieron con otros códigos. Aun así, una buena canción encuentra oídos sin DNI.
  • ¿Debe un artista adaptarse a todas las tendencias?No hace falta. Elegir dos o tres movimientos con sentido vale más que correr detrás de cada ola.
  • ¿Las colaboraciones son la única salida?Son un puente útil, no una muleta. Cuando suman mundos y no solo cifras, funcionan en serio.
  • ¿El algoritmo decide qué escuchamos?Empuja, sí. Pero la memoria afectiva y el boca a boca siguen pesando. Un directo potente aún cambia carreras.
  • ¿Qué puede aprender un fan de todo esto?Que la música es una conversación larga. Hoy manda una voz, mañana otra, y tus discos de siempre siguen ahí, esperándote.

2 comentarios en “Leiva, cantante: “Siento que a los chavales ahora les está hablando una generación más joven y nosotros ya no.””

  1. ¿No suena un poco a excusa para no arriesgar? Hay artistas “viejos” que todavia conectan con los 16; quizá es cuestión de canciones, no de edad.

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