La historia de Joan Marqués, menorquín de 20 años, condensa un itinerario que muchos jóvenes siguen para no frenar sus estudios: mudanza a una ciudad media, habitación compartida, trabajo intensivo en verano y apoyo familiar para sostener el alquiler.
Un trayecto común: estudiar lejos, pagar cerca
Joan dejó Ciutadella para cursar Fisioterapia en Manresa. No conocía a nadie. Aterrizó con una prioridad: asegurar un techo cerca del campus. Encontró rápido una habitación en un piso de cuatro. Allí reparte costes con otros tres estudiantes, dos de ellos del mismo grado.
La fórmula económica es simple. Sus padres afrontan el alquiler mensual. Él cubre el resto con lo ahorrado entre junio y septiembre, cuando trabaja a jornada completa en Menorca. El curso lo dedica a estudiar. Con ese esquema, encaja el calendario personal con el universitario.
Trabajo en verano, ahorro, y con ese colchón pago compra, transporte y vida diaria durante el curso. El alquiler lo asume la familia.
La realidad de Manresa frente a Barcelona
En Manresa, Joan no se topó con la escasez de habitaciones que se sufre en Barcelona. Aun así, registra un cambio en pocos años: ya no se encuentran cuartos por 200 o 250 euros con la facilidad de antes. El rango habitual entre estudiantes se mueve hoy entre 300 y 350 euros por habitación. En Barcelona, varios de sus amigos abonan cerca de 500 por pisos en mal estado.
Cómo se reparten los gastos en un piso de cuatro
El alquiler del piso es de 800 euros. Cada uno aporta 200. A eso suman 10 euros por persona de wifi y suministros trimestrales, que varían pero suelen rondar 60 euros cada tres meses por cabeza. Papel, jabón y limpieza se compran en común y se saldan por Bizum. La coordinación evita fricciones.
Los recibos de luz y agua llegan cada tres meses. Se prorratean con hoja de cálculo y se pagan al momento.
Convivencia: respeto y reglas simples
Joan comparte con dos chicos y una chica. No se conocían al firmar. La convivencia fluye porque se parecen en horarios y rutinas, hablan los roces cuando surgen y mantienen claro quién limpia qué y cuándo. Los conflictos no desaparecen, pero se minimizan con normas básicas de cocina, nevera y visitas.
Ahorrar en verano para estudiar en invierno
La temporada alta en la isla ofrece salarios suficientes para acumular un colchón. Joan exprime tres meses de trabajo. Luego regresa a Catalunya con una cuenta específica para el curso. Evita tocarla de golpe y la divide por meses. Su prioridad: cubrir compra, transporte, material académico y ocio moderado.
Simulación de presupuesto mensual
Ejemplo orientativo basado en su esquema de gastos. Las cantidades pueden variar según hábitos y ciudad.
| Concepto | Importe |
|---|---|
| Habitación (cuota de alquiler) | 200 € |
| Wifi | 10 € |
| Suministros prorrateados | 20 € |
| Compra y limpieza | 180 € |
| Transporte local | 30 € |
| Ocio y extras | 60 € |
| Total estimado | 500 € |
El coste emocional de irse de casa
El primer trimestre fue duro. Aparecen la soledad, el vértigo de las rutinas nuevas y la distancia con la familia. Joan lo resolvió con tiempo y redes de apoyo: amigos del grado, quedadas los fines de semana y llamadas periódicas. Echa de menos la calma de Menorca, correr por el Camí de Cavalls y la playa al atardecer. Mantener anclas afectivas reduce el desgaste.
La adaptación llega cuando cristalizan los rituales: biblioteca fija, compañeros de estudio, deporte y un plan telefónico con la familia.
¿Puede emanciparse un joven sin ayudas?
Cuando no hay ingresos estables, la emancipación se aplaza. Joan lo asume y proyecta varios años más en pisos compartidos. Su plan pasa por estabilizarse como fisioterapeuta, ahorrar y, si los precios lo permiten, independizarse de forma plena. En el horizonte, un posible regreso a Menorca para emprender en su sector.
Datos que tensan el debate
- La edad de salida del hogar familiar en España supera los 30 años, según informes del Consejo de la Juventud.
- El esfuerzo de alquiler en grandes ciudades puede absorber más de la mitad del salario juvenil.
- Las ciudades medias ofrecen más disponibilidad de habitaciones, pero ya registran subidas de 50 a 100 euros en pocos cursos.
- La ayuda familiar sigue siendo determinante para sostener estudios fuera de la ciudad de origen.
Claves prácticas para quienes se mudan por estudios
Buscar cerca del campus reduce tiempos y costes. Revisar contratos y fianzas evita sorpresas. Conviene pactar por escrito normas internas y un calendario de limpieza. Para pagos, una app común deja trazabilidad. Y un fondo mensual para imprevistos corta problemas antes de que crezcan.
Checklist antes de firmar
- Solicita fotos actualizadas y, si es posible, visita en horario nocturno para medir ruidos.
- Pide recibos recientes de luz y gas para estimar consumos reales.
- Confirma si el alta de suministros está al día y quién figura como titular.
- Valora el coste total de llegar a clase: a veces una habitación más cara ahorra en transporte.
Lo que cambia cuando suben 100 euros la habitación
Pasar de 250 a 350 euros por habitación obliga a ajustar todo. Se reduce el ocio. Se replantea el supermercado. Se buscan bibliotecas con horarios amplios para no calentar casas en invierno. Esa subida presiona los ahorros de verano y alarga la dependencia familiar.
Recursos y combinaciones que marcan la diferencia
El bono de alquiler joven y las becas de transporte de algunas comunidades alivian una parte del gasto. Cruzar becas de estudios con contratos de pocas horas en fines de semana puede cuadrar cuentas, siempre que no lastre el rendimiento académico. Una alternativa es concentrar horas solo en temporada alta, como hace Joan, y crear un colchón anual con objetivos mensuales.
Quien valore ciudades medias como Manresa puede ganar en disponibilidad y vida universitaria más manejable. A cambio, conviene anticipar subidas futuras y negociar estancias de curso completo con revisión pactada. Una tabla de prorrateo y un calendario de pagos trimestrales para suministros evitan tensiones cuando lleguen las facturas.










Interesante relato, pero evidencia algo clave: sin apoyo familiar es casi imposible. El esquema de trabajar tres meses intensivos para sostener nueve suena viable en Manresa, no tanto en BCN. ¿Habéis considerado becas + residencias públicas como alternativa? Y ojo con los suministros trimestrales: pueden desbordar si coinciden con examenes y viajes.
Con 20 años yo no sabía ni prorratear el papel higiénico 🙂 Ahora me impresiona lo de las hojas de “Exel” para pagar la luz.